El novio que nos ha sido arrebatado
<u>“Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.”</u> Mt 9,15
Esta a punto de concluir un día que no olvidaremos jamás. El esposo nos ha sido arrebatado. Hoy he visto a un buen número de personas llorar al conocer la noticia de que el santo sacrificio de la Misa ha sido suspendido indefinidamente en la Diócesis de Phoenix. Otras personas se han quedado noqueadas, como si una noticia tan inverosímil no pudiera ser real.
El novio nos ha sido arrebatado y hoy no podemos estar alegres. Honestamente, hoy no quiero nada más que expresar mi tristeza y compartirla con vosotros. Quiero deciros que vuestro párroco sufre con vosotros. A partir de mañana tendremos que afrontar los retos que esta nueva situación nos plantea pero hoy, ¿qué podemos decir? “El esposo les será quitado y entonces ayunarán.” Los fieles católicos de Arizona tendrán que ayunar de Eucaristía.
Tal vez no hemos valorado suficiente el don de la Santa Misa. Tal vez nos habíamos acostumbrado tanto a recibir la Sagrada Comunión y lo hacíamos con tanta frialdad, con tanta tibieza, que el Señor ha permitido dejarnos sin ella por un tiempo para que, con la ausencia de ella, vuelva a crecer nuestro deseo de recibirla con intensidad, con devoción, con amor encendido.
Os pido paciencia porque, como podéis imaginar, estos últimos días las noticias se suceden con más rapidez que mi capacidad para digerirlas. Ayer estuve trabajando hasta las 4:30 de la mañana y hoy seguimos aquí hasta muy tarde.
Quiero terminar estas palabras con un recuerdo. En junio de 2009, el Papa Benedicto XVI convocó un jubileo para los sacerdotes de todo el mundo, con motivo del 150 aniversario del nacimiento de San Juan María Vianney. Fue llamado Año Sacerdotal. Por entonces, yo me encontraba en Roma estudiando y pude vivir en primera persona los acontecimientos y celebraciones que se realizaron con motivo de aquella oportunidad. Uno de esos actos fue un encuentro de sacerdotes de todo el mundo con el Santo Padre en la Plaza de San Pedro, el 10 de junio de 2010. Fue un encuentro de oración y de diálogo con el Sucesor de San Pedro. Yo fui uno de los sacerdotes que estuvo allí ese día. Y recuerdo que, en sus palabras, el Papa Benedicto nos dijo que el sacerdote está llamado a rezar por su gente y en nombre de la gente. Nos recordó que nuestra primera responsabilidad es la oración. Dijo: “la oración no es algo marginal: precisamente rezar es «oficio» del sacerdote, también como representante de la gente.” Mañana, más que nunca, los Padres Joal, Job y yo, ofreceremos la Santa Misa representándoos a todos vosotros. Rezaremos uniéndoos a vosotros y en nombre de todos vosotros.
Seguiremos, además, ofreciendo las confesiones fuera de la iglesia, como nos ha permitido el Sr. Obispo. Iremos publicando la información conforme vaya apareciendo y me propongo caminar con vosotros en estos tiempos difíciles para todos.
En la tristeza, no perdamos la esperanza. “Estas cosas no las hacen los hombres, sino Dios, que sabe lo que nos conviene y las ordena para nuestro bien. No piense otra cosa sino que todo lo ordena Dios. Y adonde no hay amor, ponga amor, y sacará amor...” (San Juan de la Cruz, carta 26).
Señor, perdónanos. Señor, ayúdanos. Señor, no nos abandones.
Que Dios y María os bendiga,
P. Sergio
publicado marzo 17, 2020 , COVID-19