Cuando amamos y servimos a otros en nuestra parroquia, estamos compartiendo amorosamente con nuestros hermanos lo que somos y tenemos. Nos convertimos en parte de algo que es mucho más grande que nosotros mismos y esto nos da un sentido de pertenencia. También desarrollamos la compasión cuando ayudamos a los más necesitados. A través del servicio y de la donación generosa de nuestro tiempo, estamos dando todo que tenemos. Dándonos generosamente a los demás ayudamos a construir una sociedad y un mundo mejor.
La corresponsabilidad ha construido la iglesia. Desde los primeros discípulos, los católicos han hecho del trabajo para la iglesia una prioridad en sus vidas. Las grandes catedrales e iglesias sencillas en las que las personas adoran a Dios, las escuelas en las que tantos niños reciben una buena educación, los hospitales que cuidan a los enfermos, las instituciones caritativas que sirven a las necesidades de tantos y tantos- todo esto y mucho más, se ha ido construyendo por generaciones de fieles. Han dado generosamente, hasta cuando tenían muy poco que dar, porque saben que Dios los llamó para ser buenos administradores de sus dones y de los recursos que les otorgó.
Podemos servir de muchas formas:
- Echando una mano, o trabajando duro.
- Con nuestro liderazgo, conocimiento o sabiduría.
- Escuchando a los demás o regalándoles una sonrisa
- Dando ideas nuevas.
- Con nuestras habilidades especiales o talentos.
Para aprender sobre las variadas oportunidades de servir dentro de Sta. Ana, visita la página Oportunidades de Servicio.