Gracias por dar prioridad a Sta. Ana con sus generosas donaciones. La consistencia de sus donaciones proporciona estabilidad, fortaleza y da apoyo a nuestra misión. ¡Gracias a su generosidad están cambiando muchas vidas!
Todos, en la medida de nuestras posibilidades, estamos llamados a contribuir de alguna manera. Si no contribuimos, una parte del gran plan de Dios quedará incompleto. Éste video, realizado por la Diócesis de Corpus Christi con ocasión del "2011 Catholic Stewardship Appeal", nos muestra la espiritualidad en la que se funda el apoyo financiero a Sta. Ana.
Una Iglesia, una misión
La tradición de la comunidad cristiana de compartir los bienes ha existido desde la fundación de la Iglesia, porque, como creyentes, todos estamos hechos de "un solo corazón y una sola alma" (Hechos 4:32). Uno de los deberes principales de los apóstoles al inicio de la Iglesia era el de colectar los bienes y repartirlos de manera equitativa. — No había entre ellos ningún necesitado, porque todos los que tenían campos o casas los vendían y ponían el dinero a los pies de los apóstoles, quienes repartían a cada uno según sus necesidades. — (Hechos 4:34-35).
La comunión de bienes ha sido presentada por los Santos Padres de la Iglesia en los tratados sobre la limosna. Nadie está exento de practicar la limosna, pero el Señor manda dar según lo que se pueda. San Justino se manifiesta en los siguientes términos: «el que puede y quiere, cada uno según lo que libremente determina, da lo que le parece, y lo que se recoge se entrega al presidente, el cual con lo recogido socorre a los huérfanos y viudas, a los enfermos y a otros necesitados, a los prisioneros y a los forasteros de paso; en una palabra, se encarga de proveer a todos los que se hallan en necesidad». El origen y destino de los bienes de la limosna es, por tanto, universal.
En el libro de Génesis, Dios da a los hombres un poder y una responsabilidad asombrosa. Primero los hace a Su imagen y semejanza. Luego los ordena a que — Manden a los peces del mar, a las aves del cielo y a cuanto animal viva en la tierra. — (Gén 1:28). La humanidad es llamada por Dios a la administración de los bienes como forma de vida. Hay por tanto una correlación entre ser católico y la administración de los bienes como expresión de justicia.
- —Hay más felicidad en dar que en recibir. — (Hechos 20:35)
Aunque sea una paradoja, cuanto más se da, mayor es la felicidad, ¡porque en realidad estamos devolviendo a Dios lo que El tan generosamente nos ha dado! Dios bendice a los que dan con alegría (2 Cor. 9:6-7). Consideremos cuidadosamente nuestros ingresos y determinemos cuánto estamos dispuestos a devolver a Dios. San Pablo exhortó a los Corintios a dar el primer día de la semana (1 Cor 9:6-7). Dar gratuitamente, sin esperar nada a cambio es por tanto un sacrificio que va unido a nuestra adoración.