"Dios, a través de la comunión diaria nos da la gracia que necesitamos para salir vencedores en todas esas batallas."
Bienvenidos todos, especialmente aquellos de Ustedes que nos están visitando por vez primera a la parroquia de Sta. Ana, los que vienen de otras parroquias o de otros estados o de otros países, y que hoy se han querido unir a nosotros en esta celebración Estamos muy contentos que hayan elegido celebrar el Domingo con nosotros.
Como saben en todas la misas de este fin de semana, estamos haciendo la bendición de los niños el vientre de sus mamas. Normalmente las mamas suelen pedir la bendición no solo para ellas, sino tambien para sus criaturas. Lo estamos haciendo en todas la celebraciones de la Santa Misa de este Domingo. Y es una manera para recordar el compromiso que los Católicos tenemos con la defensa de la vida humana. Especialmente con la vida humana más vulnerable y débil. La vida de la persona concebida aunque todavía no nacida. Porque nosotros los Católicos celebramos la vida. Nos alegramos mucho de que una nueva criatura, un nuevo hijo de Dios venga a este mundo. Nosotros sabemos que cada vida vale la pena. Y que además cada niño nos trae un mensaje del cielo. En cada concepción de cada persona humana, Dios nos está diciendo "Yo creo en vosotros. Este mundo todavía tiene esperanza. No se ha abandonado. Y vosotros podéis hacer con vuestra vida algo hermoso a mis ojos."
Estamos celebrando estas bendiciones en el contexto de la Pascua. Y en el contexto de esta Santa Misa se este Domingo con las lecturas que hoy nos presenta la madre nuestra iglesia. En realidad la Misa es siempre una celebración de vida. En la cual el Señor resucitado se hace presente entre nosotros y en el dia de hoy nos va preparando para que podamos recibir el don del Espíritu Santo que llegará a nosotros en apenas tres semanas en la fiesta de Pentecostés.
En la concepción, digamos comenzó la peregrinación que todos nosotros realizamos en esta vida. Un caminar largo por senderos tortuosos, inciertos, muchas veces, y que sabemos tendrá un final. Esta es la gran diferencia entre la vida biológica que nos entrega nuestros papas, y la vida que Cristo mismo nos ofrece en cada misa. En el fondo todos guardamos en el corazón el deseo de la eternidad. Queremos vivir para siempre y somos muy conscientes de que ese gran regalo de la inmortalidad no nos lo podemos dar a nosotros mismos. Por eso venimos a la iglesia cada Domingo. Por eso buscamos a Cristo, tan incansablemente porque el es el Señor de la vida y de la muerte. El es la resurrección y el nos da la esperanza de vivir para siempre.
Fíjense de que de esa vida nos ha hablado la segunda lectura en el dia de hoy del libro del Apocalipsis. Se nos ha desplegado ante los ojos el paisaje de los nuevos cielos y la nueva tierra. Y decia asi San Juan en aquel lugar que Dios ha preparado para los que le aman, ya no habra llanto ni muerte ni luto ni dolor. Es el lugar que todos en el fondo deseamos y buscamos a lo largo de nuestra vida. Y a nosotros nos gustaría que Dios, esa gran ilusión que tenemos todos nos la cumpliera moviendo la mano tocandonos con su varita mágica y dandonos ese cielo nuevo y esa tierra nueva sin ningun tipo de esfuerzo por nuestra parte. Pero las cosas no van asi.
San Agustin, en una frase que posiblemente muchos de ustedes conozcan, lo resumía de esta manera: "Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti." Y por tanto el Señor busca tu colaboración. Tienes que estar implicado en ese proceso. No solamente eso, sino que Dios quiere que ese cielo nuevo y ese mundo nuevo que experimentamos por la misericordia de Dios al cruzar el umbral de la muerte, lo traigamos aquí, a nuestra sociedad. A nuestras familias, en la convivencia entre nosotros. Es un mundo que se hace posible cuando nos decidimos a vivir el Evangelio. Cuando recibimos la vida de JesuCristo resucitado y la compartimos con nuestros hermanos. Que diferente seria el mundo. Que maravilla de planeta tendríamos si viviéramos el Evangelio que hoy nos a presentado el Señor. Si nos amaramos unos a otros como Jesús nos amo.
Por tanto la pregunta de hoy tambien seria la siguiente: "Como nos ama el Señor?" Si el se ha puesto a si mismo como medida del amor que le debemos a nuestros hermanos, como nos ha querido el? Y me van a permitir que les diga dos direcciones hacia las cuales podemos caminar.
En primer lugar el amor de Cristo es un amor que sabe afrontar las dificultades. Que no nos abandona cuando el camino se pone difícil. Hemos escuchado también en la primera lectura. Pero San Pablo que estaba en el primer viaje misionero, se reúne con aquella primera comunidad de discípulos y los dice lo siguiente: "Es necesario padecer mucho para entrar en el reino de los cielos." Y cuando San Pablo dice "padecer," en el contexto en el que lo está diciendo, El esta hablando de la persecución. El había sufrido esa persecución por parte de los Judíos. Había sido incluso apedreado en su proclamación del Evangelio. Y el sabia muy bien que ser discípulo del Señor no era algo que al el le saliera gratis. Que había algo que El tambien tenia que poner sobre la mesa. Que no es facil y no lo ha sido nunca, ser fieles al amor de Dios. Y San Pablo sigue hacia delante por el ejemplo mismo de JesuCristo. Que cuando llego el momento de demostrarnos lo mucho que nos quería, supo afrontar la cruz y la pasión y la muerte para salvarnos y para abrirnos la puertas del cielo.
Nosotros sabemos lo que nos quiere una persona cuando sabemos lo que esa persona esta dispuesta a padecer por amor a nosotros. Cuando nos acompaña no solamente en los momentos buenos, en los dias de sol, sino tambien en las dificultades de nuestra existencia cotidiana. Y la persecución no es algo que experimentan algunos Cristianos en países lejanos. Ni es una realidad de la iglesia del pasado. Sino que forma parte de nuestra condición de Cristianos. La llevamos cosida la piel, si me permiten la expresión.
Jesus dice en al Evangelio de San Juan: "No es el discípulo major que su maestro. Si a mi me han perseguido, también los perseguirán a vosotros." Y por tanto esto es un criterio para saber si estamos respondiendo a nuestra vocación como hijos de Dios. Sufrimos de alguna manera la persecución por nuestra condición de discípulos del Señor. Y la persecución se manifiesta hoy en dia de muchas maneras diferentes. A veces sucede dentro de las propias familias cuando intentamos dar razón de nuestra fe y de nuestra esperanza. Sufrimos la incomprensión, incluso el rechazo de nuestros padres, o de nuestros hermanos y de nuestros familiares de nuestra propia carnes. Que no entienden que nosotros hemos optado, elegido a Cristo, y lo hemos colocado al centro de nuestras vidas.
Hay persecución en la soledad en donde nos encontramos que sabemos es portadora de unos valores contrarios al Evangelio. Hay persecución en nuestro trabajo cuando queremos ser discípulos valientes, abiertamente de JesuCristo. Y nos encontramos en un mundo que es hostil al Evangelio.
Y en segundo lugar, el amor de JesuCristo es un amor que llega hasta el final. Y que es capaz de entregarse a si mismo. Decia San Ignacio de loyola que "amar es dar de lo que se es, y de lo que se tiene." No se trata simplemente de ofrecer cosas a la persona amada, sino que el amor nos lleva al salir de nosotros mismos en busca de aquel o de aquella a quien amamos.
Y me van a permitir finalizar con una historia que conte en una ocasión. Ilustra muy bien el amor del cual se nos habla hoy en el Evangelio. Que sucedió en año 1155. Un niño que se llamaba Luis Miguel, y que había nacido en una familia adinerada con varios coches, casas, con la posibilidad de pasarlos veranos en otros países, etc. Y este niño que tenia unos padres ricos ve como sus papas lo envian en un determinado momento a un internado de padres Jesuitas, a que se forme y que aprenda. Sus papas tenian muchas cosas, pero no tenían tiempo para su hijo. Y este niño Luis Miguel entra en aquel internado y aprende, comienza a enamorarse de JesuCristo. Y aquellos buenos Jesuitas comienzan enseñar a los niños el arte de la vida Cristiana. El hecho de que cuando hacemos lo que Dios quiere, experimentamos la verdadera paz y alegría.
Y de manera especial le enseñaron a Luis Miguel la valor de la comunión diaria. Le hicieron ver que ante las dificultades que encontramos fuera de nosotros, los obstáculos que a veces llevamos dentro de nosotros mismos, Dios a través de la comunión diaria nos da la gracia que necesitamos para salir vencedores en todas esas batallas. Y el niño comienza recibir la comunión todos los días. Y empieza darse cuenta de algo que había pasado desapercibido al principio. Y es que su padre vivía lejos de Dios. Su padre no iba a Misa los Domingos. Su papa no rezaba nunca en casa cuando estaba con su madre. Su padre a veces decía palabras que un buen Cristiano nunca debe de pronunciar. Y el había escuchado en su colegio que cuando uno desea obtener una gracia de Dios, a la oración, es muy conveniente añadir el valor de los sacrificios personales. Y entonces Luis Miguel se decidio a comenzar esta gran batalla- Luchar espiritualmente por la conversion de su padre. Y para recordarse que estaba en batalla, se compro un cuaderno de hojas blancas. Y cada vez que hacía un sacrificio lo anotaba en aquel cuaderno. Y después de haberlo realizado, arrancaba la hoja y la tiraba.
Hoy hacia mucho calor, me apetecía muchísimo ver un baso de agua. Pero no lo he hecho y he ofrecido este sacrificio y siempre terminaba con la misma coletilla, por la conversión de papa. Hoy estaba muy cansado, me costaba mucho rezar, y he decidido hacer mis oraciones de noche de rodillas y con los brazos abiertos en cruz. Y he ofrecido este sacrificio por la conversión de papá. Y pasaban los días y las hojas iban saliendo de aquel cuaderno y su padre no volvía a Dios. Pos bien al final del verano, aquel niño comienza sentir dolores de cabeza, mareos. Y aquello llamaba la atención y preocupa a sus padres que vuelven de su lugar donde estaban de vacaciones y lo llevan a un hospital. Y después de ser visto por varios medicos, aquellos doctores reúnen a sus padres y les dicen "tenemos que operar inmediatamente, por que Luis Miguel tiene un tumor en el cerebro."
Los padres devastados preparan la operacion, preparan al niño, y con el fin de que el niño este bien dispuesto espiritualmente, llaman al sacerdote de la localidad en la cual ellos solían pasar el verano. Y aquel buen hombre llega al hospital, le da a Luis Miguel la sagrada comunión, confiesa y cuando ha recibido al Señor, Luis Miguel pide estar un ratito a solas en aquella habitación para dar gracias en silencio. Se van todos de la habitación, y entonces el niño se acuerda que todavía puede realizar un sacrificio más a Dios por su padre. Y agarra el cuaderno que lo tiene allí en la mesita al lado de la cama y escribe unas palabras. Arranca la hoja y cuando va deshacerse de ella, entran los enfermeros para llevarselo a quirófano.
Y el niño se pone nervioso, no sabe que hacer con la hoja, total que la dobla, la guarda en el puño, y se va con ella al quirofano. Y cuando esta el niño en el quirófano antes de anestesiarlo, pues el medico, los enfermeros le preguntan "Que tienes allí en la mano?" y el niño contesta "es cosa mía." El niño se duerme por efecto de la anestesia. El puño pierde fuerza, y la hojita se cae al suelo. Una enfermera agarra la hoja, y que va hacer con ella? Pos lo lleva a su padre, que está en la sala esperando el resultado de la operacion.
Y cuando el padre agarra la hoja y la desdobla, lee las siguientes palabras: "Señor, te ofrezco mi vida por la conversión de Papá." Y en aquel momento aquel hombre se queda a solas con Dios. Y se da cuenta de lo que está sucediendo en el quirófano. Que su hijo, antes de perder el conocimiento, le ha ofrecido a JesuCristo la entrega de su vida, es decir de todo lo que tiene, de su futuro, de sus ilusiones, de sus esperanzas, por la conversión de su padre.
Y aquel hombre se desploma. Y va a buscar el capellán del hospital, a que entrega la hoja en la mano y le dice "Esto ha escrito mi hijo justo antes de entrar en el quirófano." El sacerdote no sabe que decirle al pobre hombre, y aquel padre contesta "no sé que va suceder en la operacion, pero suceda lo que suceda, mi hijo ya ha vencido. Yo quiero volver a empezar. Yo quiero acercarme a Dios, y quiero hacer una buena confesión aquí." Y aquel hombre confesó con aquel capellán del hospital. Y el niño, a consecuencia de aquella enfermedad, termina muriendo.
Esto nos asombra por la generosidad de un niño que quería a su padre. Yo pregunto: "qué hizo Cristo por nosotros?" El que era eternamente feliz, lo tenía todo. Se meta aquí en este valle de lágrimas, y decide morir no de cualquier forma, sino de forma sufriente en la cruz para salvarte a ti. Ofreciendo su vida por tu conversión para que vuelvas a él. Que estas haciendo tu?
Y en segundo lugar, el Señor nos ha dicho: "Amaos como yo os he amado." Amamos asi a la gente en nuestra vida? Queremos asi a nuestros esposos? A nuestros hijos, a nuestros padres? A nuestros amigos? Nos vaciamos tambien nosotros asi? O nos vamos guardando y regateando para no entregarnos del todo?
Pues vamos a pedirle hoy al Señor en primer lugar, por todos los niños que están por nacer. Para que el Señor les de el don de la vida, y se las preserve, para que los padres siempre defienden a sus hijos. Pedimos por otro lado por nosotros, para que busquemos la vida verdadera que no es esta que se acaba en 4 dias, sino la que Dios ha preparado para sus hijos en al eternidad. Y finalmente, por la intercesión de la Santísima Virgen. Vamos a pedir que nos conceda la gracia de este amor Cristiano, que es capaz de perdonar 70 x 7, amar a los enemigos, entregarse sin reserva para de esa forma experimentar la paz y la alegria aqui, y la felicidad eterna en el paraíso. Que asi sea.