REFLEXIONES SOBRE LA CURACIÓN DE UN LEPROSO VII
La semana pasada vimos muy rápidamente las actitudes necesarias para una oración provechosa y nos detuvimos especialmente en el sosiego interior y el silencio. Lo hicimos contemplando a Jesucristo en su oración nocturna, tal y como lo dibuja San Marcos en su evangelio, inmediatamente antes de su encuentro con el leproso. Un Dios que hace silencio y que habla en el silencio solo puede ser escuchado y comprendido por quien se retira del ruido y elige conscientemente el camino de la quietud.
La oración del Señor aquel día concluye cuando sus apóstoles, que habían salido a buscarlo, terminan por encontrarlo donde Él habitualmente se retiraba a rezar (v. 37). En nombre de todos, San Pedro dice a Jesús: “todo el mundo está buscándote” (v. 37).
En el sentido inmediato, Simón se estaba refiriendo a los vecinos de Cafarnaúm y a cuantos iban en su busca para oírle hablar y para que los curara. En un sentido más hondo, las palabras del hijo de Jonás apuntan al deseo más profundo que se alberga en el corazón humano. Realmente, “todo el mundo” busca a Jesús porque solo Él es la realización de todas las aspiraciones del hombre. Seguramente, muchos de Vds. recordarán aquellas palabras de San Juan Pablo II a los jóvenes en Tor Vergata en el Jubileo del año 2000:
“En realidad, es a Jesús a quien buscáis cuando soñáis la felicidad; es Él quien os espera cuando no os satisface nada de lo que encontráis; es Él la belleza que tanto os atrae (…) Queridos jóvenes del siglo que comienza, diciendo “sí” a Cristo decís “sí” a todos vuestros ideales más nobles.” (XV Jornada Mundial de la Juventud, 19 de Agosto de 2000).
Personalmente, me parece reconocer un atisbo de este anhelo por Cristo en el fenómeno que estamos viviendo por todo el mundo de tantos Católicos que, en estos días, están pidiendo la Eucaristía. La gente derrama lágrimas de dolor por no poder recibir la Sagrada Comunión. La gente viene a la Iglesia, incluso sabiendo que no puede entrar, y se queda fuera del templo durante la celebración de la Santa Misa porque así, de alguna manera, se siente más cerca del Señor en el Sacramento del altar. Miles y miles de personas están conectándose a las celebraciones eucarísticas que se retransmiten por tantos medios en la imposibilidad de salir de sus casas por motivo de los confinamientos impuestos por las autoridades civiles.
En todas esas manifestaciones de amor por la Eucaristía, y en la decepción de quienes reclaman alimentarse con el Pan vivo bajado del cielo, ¿no percibimos un eco de las palabras de San Pedro en el Evangelio de San Marcos: “todo el mundo te está buscando”?
En el siguiente versículo, Jesús responde a sus discípulos: “Él les dijo: “vayamos a las aldeas cercanas a predicar allí también, pues para esto he venido” (v. 38). Mañana comentaremos, con el favor de Dios, este versículo de la Escritura.
Hoy podemos concluir aquí y detenernos en las palabras de San Pedro. Podemos pedirle a Dios que nos dé siempre la gracia de buscarle y que, especialmente en estos días en los que a tantos fieles se les ha impedido el acceso a la Sagrada Comunión, esta “ausencia” y este ayuno impuesto sirva para acrecentar en ellos y en todos nosotros el deseo de saciar el hambre de nuestro corazón solo en Él y de recibirle nuevamente muy pronto, siempre con más devoción, con más respeto y amor, y con más provecho para nuestras almas.
Que Dios os bendiga.