Misa para la Santísima Virgen María, Madre de la Divina Esperanza
mayo 02, 2020 12:00 p. m. · Sergio Muñoz Fita
FIAT VOLUNTAS TUA: UNA ORACIÓN EN TRES PALABRAS
Hemos dicho en días precedentes que el nuevo lema de nuestra parroquia resume absolutamente todo lo que podemos desear y pedir a Dios. Estas tres palabras son especialísimas porque tienen su origen en el mismo Señor: es Él quien nos las ha entregado. Lo hizo, por supuesto, en la oración que Cristo mismo nos enseñó: si el Padrenuestro es la oración más perfecta y contiene, en expresión de San Agustín, todo lo que podemos pedirle a Dios, estas tres palabras, “hágase tu Voluntad”, son sin duda el corazón de toda esta plegaria.
Hay algo particular en ellas: no se trata solamente de que Jesús nos las haya ofrecido para que nosotros recemos con ellas. Además, Él mismo las empleaba en su oración personal. Quiero recordar aquí un hecho que repetiré más adelante: en la agonía del Señor en Getsemaní, a Cristo se le escapan, como si de un gemido se tratase, estas tres mismas palabras. Escuchemos la narración de San Mateo: “Padre mío, si no puede pasar este cáliz sin que yo lo beba, HÁGASE TU VOLUNTAD” (Mt 26,42).
Queridos hermanos: son exactamente las mismas palabras, incluso en el texto original griego, que el Señor nos enseña en el Padre nuestro. Es como si entráramos en la oración misma del Señor cada vez que repetimos estas tres palabras con devoción: no rezamos, por así decir, “desde fuera” del Misterio de Cristo. Por el contrario, es desde la hondura del Corazón de Jesús, al que estamos unidos por el Sacramento del Bautismo, desde donde pronunciamos esas palabras, que adquieren toda su fuerza porque son no solo palabras dichas por Jesús, sino palabras que brotan incluso ahora de su Corazón humano.
Cuando las decimos con fe, Cristo ora en nosotros y nosotros nos unimos a la oración de Jesús. El Padre, entonces, las escucha en nosotros como un eco de aquellas que el Señor pronunció en el Huerto de los Olivos. El Padre ve a su Hijo en nosotros y lo escucha en nuestros labios y nuestro corazón.
Son palabras de una intimidad insuperable porque nos introducen en la relación entre el Padre y el Hijo, en el misterio de la Santísima Trinidad. El Señor las ha sacado a la luz para que, por así decir, nosotros nos apropiemos de ellas. En el Espíritu Santo, unidos a la filiación divina que hace de Jesús el Hijo único del Padre eterno, podemos decirlas con Él: “FIAT VOLUNTAS TUA”, hágase tu Voluntad.El lema de Santa Ana es, por tanto, una oración en tres palabras. Es oración porque se dirige al Padre: la palabra “Tua”, tu, tu Voluntad, se está ya orientando a Dios. No es, por tanto, una afirmación “horizontal”, que tenga como receptores principales a quienes la puedan escuchar: son palabras que decimos a Dios. Tu Voluntad. Son palabras que nos elevan a nosotros al decirlas y que elevan también a quienes las escuchen.
Son las palabras de un hijo que, en el momento más difícil (como Jesús en Getsemaní), se pone en las manos de su Padre. No mi voluntad, sino la tuya. Palabras llenas de unción, de confianza, de humildad, de amor, de luz en la oscuridad, de esperanza, de entrega sufriente. En el contexto actual, en el que tantos de vosotros estáis sufriendo por causa de vuestra impotencia por recibir la Sagrada Comunión y, tal vez, más aún, por no entender lo que está pasando; o quienes sufran por cualquier causa, ¡qué hermoso sería repetir muchas veces, con amor y confianza, unidos a Cristo en su Pasión: FIAT VOLUNTAS TUA, “hágase tu Voluntad”!
Como he dicho tantas veces, podríamos dedicar una vida entera a la consideración de estas tres palabras y no las agotaríamos.
Por tanto, son palabras cristológicas: porque vienen de Jesús, porque las decimos unidos a Él, porque Él las dice en nosotros, porque expresan su relación filial y porque nos enseñan a ser hijos como Él y con Él.