¡Muchas gracias, Santa Ana!
Queridos parroquianos:
Quiero daros las gracias a todos por vuestras muestras de afecto el Domingo pasado y por vuestro amor hacia el Señor en la Eucaristía. No podría deciros aquí, en pocas palabras, lo que significó para mí como párroco llevaros la bendición con el Santísimo Sacramento. ¡Tengo tanto que aprender de vosotros! Las manifestaciones de devoción al Señor en la Eucaristía que presencié, las lágrimas que vi en vuestros ojos, los altares que preparasteis, las canciones con que recibisteis a Jesús, las palmas con que expresasteis vuestra fe en su presencia sacramental, vuestra emoción y alegría cuando le visteis llegar a vuestras casas…
Hoy pondré en Flocknote los comentarios de algunos de vosotros que hemos recibido desde el Domingo. Os invito que los leáis porque os darán mucho ánimo y os permitirán comprender un poquito lo que sucedió hace 3 días y la fe tan grande de muchas de nuestras familias. Algunos de ellos son verdaderamente conmovedores.
Hemos tenido en los últimos días, personas que han pedido unirse a nuestra parroquia sobre todo por lo que han visto desde el fin de semana pasado y otras parroquias se han comunicado con nosotros para preguntarnos cómo estamos organizando este ministerio para poder implementarlo ellos en sus comunidades. ¡Bendito sea Dios!
Quiero también agradeceros la atención que ponéis a lo que decimos o posteamos en las redes sociales, y que es signo de vuestro amor por Santa Ana y vuestro deseo de Dios. Nosotros hablamos desde aquí y a veces, no sabemos si las palabras llegan, o cuántas personas las reciben. Es como esas historias en las que un hombre, desde una isla desierta, mete un mensaje escrito en una botella de cristal y la lanza al mar esperando que alguien, al otro lado del océano, la recoja y lea sus palabras. La respuesta del fin de semana pasado es una comprobación de que estáis ahí, escuchándonos. En unas 24 horas, más de 500 personas se apuntaron a la bendición con el Santísimo. Fue algo impresionante, como ha sido impresionante leer, ayer, el informe de vuestras contribuciones económicas por Internet del pasado fin de semana. Esto lo digo para que todos os sintáis orgullosos de nuestra comunidad, que es maravillosa: en total, el fin de semana pasado, superamos los $41,000 en donaciones, la mayor parte de ellas a través de Internet. Eso equivale a una colecta como la de un buen domingo normal, con vosotros viniendo a la parroquia a las Misas.
Sé que algunas de esas donaciones fueron entregas para todo el mes o que fueron, incluso, sacrificios puntuales, pero es de cualquier manera una cantidad extraordinaria.
En nombre de todo el staff, quiero daros las gracias de corazón por ello. Quiero deciros también que nuestro staff es extraordinario como vosotros y que ellos también se están sacrificando, cada uno según sus posibilidades. Necesitáis saber, en un ejercicio de transparencia, que varios empleados están entregando todo su salario para ayudar a otros compañeros. También yo como párroco daré el 100% de mi salario mientras no regresemos a la vida normal porque aquí somos una familia y nos estamos apoyando mutuamente para salir todos juntos adelante. Otros empleados están entregando el 60%, otros el 50%, otros el 30%, para que podamos superar todos juntos este momento difícil. Otros dan de acuerdo a sus posibilidades y, a todos, les estoy agradecido infinitamente por su sacrificio. Necesitamos que nos ayudéis estos días pero nosotros también estamos haciendo todo lo que podemos.
Por tanto, a todos, mis más sentidas gracias. Gracias por vuestro amor por Cristo en el Santísimo Sacramento. Gracias por las grandes lecciones de fe que me disteis el pasado domingo. Gracias por querer a nuestra parroquia y preocuparos por ella. Gracias a los que nos ayudáis económicamente para salir adelante. Gracias por estar ahí, al otro lado del mar, recibiendo nuestras botellas de cristal con mensajes de ayuda. Gracias por vuestra paciencia con nosotros. Gracias por no soltarnos de la mano. Gracias por hacer de Santa Ana, la ciudad en lo alto de la montaña.
Que esa luz sea solo para la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas.