IV DOMINGO DE PASCUA (DOMINGO DEL BUEN PASTOS)
Queridos hermanos en el Señor:
Celebramos hoy el cuarto domingo del tiempo de Pascua que da en llamarse “Domingo del Buen Pastor” porque el Evangelio de la Santa Misa de hoy siempre nos trae esta imagen hermosísima con la que Cristo quiso describirse a sí mismo. Él es el Buen Pastor y así lo evocamos estos días de Pascua para recordarnos que, resucitado y vivo, Él continúa cuidando de su rebaño. Jesús, “constituido Señor y Mesías”, como nos ha dicho San Pedro en la primera lectura, sigue dándonos vida abundante a nosotros, ovejas perdidas primero por el pecado y recuperadas después por el guardián de nuestras almas.
Quiero aprovechar esta circunstancia para compartir con todos vosotros una alegre noticia que espero levante los corazones de muchos en nuestra comunidad. No todo son malas noticias estos días e incluso en las lagunas más oscuras nacen los nenúfares más hermosos. Un joven de nuestra parroquia ha solicitado la entrada en el Seminario de la Diócesis de Phoenix. Si Dios quiere, Santa Ana tendrá el año que viene un seminarista preparándose para ser sacerdote. ¡Qué alegría y qué regalazo! Personalmente, esta noticia ha sido para mí un rayo de luz que se ha abierto camino entre las nubes oscuras de estos días grises.
Cristo no solo es el Buen Pastor desde el cielo, con su intercesión por nosotros a la derecha del Padre sino que, además, por amor a su Pueblo, Él quiere guiar a sus hijos en la persona de hombres que hagan sus veces y le representen sacramentalmente como canales de gracia para toda la Iglesia. Por eso, el sí de este joven es, además de un motivo enorme de alegría, una razón para la esperanza: su decisión de perseguir la meta del sacerdocio es un mensaje del cielo para todos nosotros. Dios nos anima con esta alegre noticia, nos está diciendo que todavía hay gente buena dispuesta a dar la vida, que Él no se ha olvidado de nosotros y continúa cuidándonos, que no dejará de haber Eucaristía mientras haya hombres valientes que digan con el profeta: “Aquí estoy, envíame.” (Is 6,8).
Os pido que oréis por este caballero y por todos los demás llamados al sacerdocio, en este Domingo del Buen Pastor. Soy consciente de que este joven todavía se encuentra en el inicio de su aventura y que todavía tiene mucho que discernir, mucho que rezar, mucho que dilucidar. Como reza nuestro nuevo lema parroquial (Fiat Voluntas Tua), él, como todos, está aquí para hacer la Voluntad de Dios, donde sea que ésta le lleve y a partir de ahora se le abre un camino largo hasta llegar, si el Señor y él así lo quieren, al sacerdocio. En ese discernimiento, en ese camino apasionante que apenas ha comenzado, puede contar con nuestra oración, nuestro apoyo y nuestra cercanía.
Que Cristo, que ha venido para que tengamos vida abundante, y que, como dice el poema, no solo es nuestro Pastor bueno sino también nuestro alimento, nos nutra pronto con el pan de la Eucaristía. En este día pedimos especialmente por nuestro obispo y todos los obispos, que han recibido de Dios la misión de ser reflejos de Jesús, Buen Pastor. Pedimos por todos los sacerdotes y todos los que, de un modo u otro, tienen la misión de guiar y proteger a otros, sean padres, responsables políticos, soldados o líderes sociales. Que por su unión con Jesús participen en las actitudes del Corazón del Buen Pastor y estén dispuestos a dar la vida por sus ovejas. Y que a todos, después de esta peregrinación por los valles oscuros de esta vida, nos conduzca a las verdes praderas y fuentes tranquilas del Paraíso.